Just me, after gym, getting playful with my feet and toes 🦶🏼🔥🦶🏼🔥🦶🏼🔥🦶🏼🔥🦶🏼🔥🦶🏼🔥🦶🏼🔥 … sometimes you gotta connect with the little joys in life.
Who else loves a good toe wiggle?
IG:@leochicosta
La realidad que me cuesta aceptar es que soy debil y un tonto, la verdad que me empeño en olvidar es esa. Soy fragil y particularmente insensato. Porque mis recuerdos, son los de un joven, cuya vida no ha sido sencilla, pero lo ha moldeado con manos toscas. Mi intelecto es el de alguien sin generación, con un hambre que lo hace crecer seis veces mas rápido de lo que envejezco. Mi ambición es la de un hombre obstinado, en el punto de equilibrio perfecto, entre la mente soñadora juvenil y la madurez planificadora del adulto. Mi expresión es la de un caballero, entrado en suficientes años como para saber moverse con sobriedad y delicadeza, sin dejar de ser contundente con lo que quiere decir. Mis impulsos, son los de alguien que ha vivido durante años, sin envejecer un solo día, cambiando de vicios y aficiones con cada nueva estación del año. Pero mi corazón es el de un niño, fragil, debil, temeroso y aun asi, esperanzado. Con una tendencia a ilusionarse con las mas simples de las palabras. Necesitando solo de sentir sinceridad en la voz de quien las dice, aunque puedan ser una gran mentira. Es por eso que soy debil y un tonto, porque no importa cuan viejo pueda sentirme y cuan maduro pueda ser en todos mis aspectos, mientras mi corazón sea un niño, solo necesitas dominar mis emociones para controlar mis sentidos y que yo caiga rendido ante tu voluntad. Atte. Apolo.
Anoche tuve una epifanía emocional. De esas que te golpean de madrugada, que te hacen sentarte en la cama viendo al vacío. Anoche volví a entender esas pequeñas cosas a las que las personas no les dan relevancia, pero que a mí me resultan tan trascendentales. Anoche entendí que no quiero ceder mi lado de la cama y que en este punto de mi vida, mi lado de la cama es la cama entera. Que me gusta acostarme viendo a la ventana cuando me siento soñador y darle la espalda cuando me siento solo. No me molestan las caricias en mi espalda o los abrazos que te dejan sin aliento, pero quiero el espacio para estirar la totalidad de mi alma y contorsionarme.
Anoche entendí que no quiero hablar de mañana, porque entre el ayer que me sofocaba y el hoy que me mantiene en movimiento tengo suficiente fricción. Que quiero guardar mis mañanas para mí, para cuando vuelva a tener sueños con los que llenarlos. Entendí que no estoy solo porque sea mi destino estarlo, que estoy solo porque necesito estarlo. Que cuando la soledad comience a hacerse pesada puedo abrazarme fuerte y no soltarme, que cuando se haga inmensa tengo a mi alcance la luminosidad de aquellas personas que han aprendido a querer toda esta tormenta que cargo dentro.
Y no quiero promesas de amor, que siempre me las paro cumpliendo yo. Que me prometieron llevarme al lago y me lo tuve que presentar yo. Que me prometieron nunca dejarme solo y la compañía ahora me la hago yo. Que me prometieron por siempre amarme y el que toma la decisión diaria de darme amor soy yo.
Es que hasta hablar de amor se me hace demasiado grande. Porque pase tantos años de mi vida dedicándome a amar a otros, explotando las capacidades de mi corazón, siendo un completo ignorante. Porque ahora entiendo bien que nunca he entendido lo que es el amor, porque si no puedo ver las razones para amarme, mucho menos puedo repartir apropiadamente todo ese amor con que me lleno el alma.
Ahora el adiós, que tanto miedo me daba, se ha convertido en mi palabra favorita. Porque lo que siempre vi pintado con el poder de dar finales, ahora entiendo como la palabra cargada con el poder de dar nuevos comienzos.
Y no quiero ceder mis tardes con café y cigarro en mano.
No quiero ceder mi voluntad propia de elegir con quien comparto mí tiempo y mi espacio.
No quiero ceder mi autonomía y tampoco quiero ceder mi espacio en la cama.
Que la cama es mía, que el cuerpo es mío, que el corazón es mío, que el amor es para mí. Que el futuro vendrá y lo dejare llegar, porque cuando lo haga sé que estaré lleno de amor para mí. Pero por ahora, solo quiero fluir, respirar, existir. Por ahora solo quiero disfrutar del poder escoger que lado quiero ocupar en mi cama.
-Apolo (pero en realidad es Javier)-
Te quise con la rabia de quien sabe que un día perderá lo que más ama, y con la calma de quien finge que el mundo no se está cayendo a pedazos.
Suficientemente viejo
Para deberle la mitad de mi vida al estado
Y la otra mitad al plástico del banco
Suficientemente joven
Para que cuestionen lo mucho que se del amor
Lo tantísimo más que se del sufrir
Soy un toro de polvo de recuerdos
Un huracán atrapado en un globo rojo
Un camaleón de plastilina
Hijo de la madre que me pario
Con más dolor en su corazón
Que en sus entrañas
Hijo del padre que me abandono
Sin tartamudear o tocar su corazón
Cuando se trató de su felicidad o la mía
Hijo del padre que me adoptó
Que me amo con el gran miedo
De que yo no lo amara tanto como el a mi
Médico de los cuerpos de mis pacientes
Médico de las almas de mis amigos
Pero nunca médico de mi
Bipolar
Bisexual
Bicolor
Bugambilias
Cactus
Y mi árbol de San juan
28 años de ver a mi gente ir y venir
A mis amigos irse sin despedir
A mis amores arrancar pedazos de mi
Sigo vivo
A ratos sin ganas
A ratos sin intención
Pero sigo vivo
Con ganas de ver mas
Con ganas de amar mas
Porque Dios me dió el talento de amar
Y quiero enamorarme de mil paisajes
Enamorarme de un millón de sabores
Cuando era niño mi papá (el adoptivo) solía
Decirme que yo tenía tres papás
El que se quedó, el que me dejó y el divino
El primero me enseñó a dar todo al amar
El segundo me enseñó a tenerle miedo al amor
El tercero me regaló una capacidad inmesurable de amar
Dónde pongo todo este amor
Que duele si no se da
No sé hacer otra cosa que amar
Que amar y llorar cuando duele
Que amar y sanar cuando hiere
Que amar y sobrevivir cuando mata
-Apolo Pontífice-
Una vida de tristeza ajena. A eso se resume esto. Así se siente ser codependiente. A una constante serie de terapias de reparación de vidas. Aclarando mentes confundidas, disipando el humo de sus temores, cubriendo heridas sangrantes hasta que cicatricen. Y es allí donde duele, donde cicatrizan. Porque se van, porque te dejan, porque te olvidan. Como un huérfano olvidado. Es una extraña sensación haber pasado días, semanas, meses, quizá años; despertando cada día con la intención de reparar la vida de alguien, dispuesto a atender las necesidades que te presenten, dispuesto a brindar todo lo que tienes y conseguir lo que no para que no le falte a alguien más. Es una extraña sensación darlo todo por alguien que cuando lo tenga solo se dará la vuelta y se marchara, con un paso reconstruido, sin volver a ver toda la basura que te dejo en el camino. Así se siente ser como yo, a veces, muchas veces. Tengo un problema con las despedidas, curioso porque las he vivido toda mi vida. no despedidas de personas que llegas y sabes que se irán, despedidas de personas que quisieras que nunca se marcharan. Al final el patrón se aprende y sencillamente comienzas a esperar que todo mundo se marche eventualmente. Es lo que siempre hacen. “¿Por qué no hablas más? ¿Por qué no nos cuentas un poco de ti? ¿Qué opinas al respecto?" ¿para qué quieren saberlo? Creo que soy yo el que está mal. El que espera más porque está dispuesto a dar más y ese mas, sencillamente esta de más. Porque llegan, se reúnen, se intercambian y se marchan; y yo me quedo, sin entender porque no se quedaron más. Un cuartel de invierno, que buscas cuando estás perdido, cuando sabes que la época será demasiado dura para continuar el viaje. Cuando necesitas establecerte en un lugar solo mientras pasa la ventisca. Así me siento. Como un cuartel de invierno. Como una cabaña de verano, donde te retiras a pensar, a aclarar las ideas, a recuperar la noción de quien solías ser y hacia dónde vas, para luego regresar a tu cotidianidad en la gran ciudad. Como un retiro espiritual. No soy más que un retiro espiritual. ¿Dónde estabas cuando yo pase mis inviernos? ¿Dónde podía refugiarme? Creo que soy yo el que no sabe amar, porque no puede detenerlo, porque no conoce el modo de controlarlo. Los amigos no existen, me dijo mi madre. Pero yo existo. Acá estoy, dispuesto a escucharte, dispuesto a ayudarte, a esperarte, a levantarte. ¿Estoy equivocado? ¿En qué momento me equivoque? Ser codependiente es una maldición. Esperar que la gente te espere, que al menos te espere a que puedas levantarte, es doloroso. Al final por eso siempre vuelven, porque saben que su cuartel de invierno siempre estará en el bosque, su cabaña de verano siempre estará en esa playa, su retiro espiritual siempre se celebra en noviembre. Saben que yo siempre estaré acá. ¿Para qué quedarse entonces? ¿Para qué esperar? Creo que mi problema no radica en amar y no ser amado, si no en esperar ser amado en la misma forma en que yo amo. Atte. Apolo
Había sucumbido a un sombrío letargo, de profunda melancolía. La terrible decepción de quien entrega un corazón puro y entero, para recibir devuelta un saco lleno de fragmentos y polvo. Había perdido mi voz gritándole a oídos sordo lo que era el amor y la alegría. mis ojos ardían sin poder llorar una lagrima más. Mis sentimientos me pedían con alaridos que acabara con su sufrimiento y mi mente me juzgaba por cometer tantos errores, de los que ella siempre me advirtió. Le dije al amor que se marchara y jamás regresara, este me vio con una risa burlona y se dio la vuelta. Hable con la luna y le jure que no volvería a tener otra amada más que ella. Hice mi vida, un planificado esquema para mí, solo para mí y mis sueños. Y entonces puse a mis emociones a dormir. En una tumba de piedra, bajo un monumento de mármol. Espere al frio, para que las puertas se sellaran y no volvieran a ver la luz.
Vi mi obra concluida, sentado en un barandal, mientras un cigarro se consumía con el tiempo y mus pulsaciones… y entonces lo escuche. Una voz entre la niebla. Y la vi, una mirada perdida. Me perdí en esos ojos de alegría e intente descifrar ese canto que oía. La curiosidad me derroto e intente acercarme a ti. Quería verte, sentir tu esencia y luego marcharme… pro me viste, me hablaste y yo no pude evitar escucharte. Sonreíste y me cautivaste. Cada hebra y cada hilo que sostiene los restos de mi corazón vibraron, con la melodía de tu sonata. No pude detenerlo. Los despertaste. Mis sentimientos crecieron hasta que sus tumbas colapsaron. Se desbordaron por las puertas y me hallaron. Ya no hubo frio, sino un calor, que me llenaba el pecho. Temblé de pánico, pues ya conocía esta sensación y sabía que lo que le seguía era dolor. Quise correr y esconderme, pero no pude ocultarme de tu belleza. No pude hacerlo. Quede atrapado entre la melodía de tus pupilas. Me enamore, tan sencillo como eso. En lo que pareció como un segundo, te quise como si te hubiera extrañado toda una vida. Entonces todo el dolor que había tenido parecía tener sentido. Como si cada tropiezo en el camino me hubiera pulido, entrenado, preparado para encontrarme contigo.
Quiero sentir el terso toque de tus dedos sobre mi piel. El suave roce de tus labios sobre los míos. La dulzura de tu voz en mi oído. La fuerza de tu mirada sobre la mía. Quiero que derritas el frio de mi corazón con el calor del tuyo. Que mis latidos bailen al ritmo de tu sonata. Quiero aprender a bailar al compás de tu vida. Solo sé que quiero que me quieras como yo quiero estar contigo. Sanaras las heridas de mi corazón o marcaras cicatrices sobre mi piel. Terminaras de asesinar a estos moribundos sentimientos o encontraras la manera de devolverles la vitalidad que han perdido. Serás tú mi último intento de alcanzar el amor. Serás quien definirá la dirección de mi alma. Ya sea la eterna resignación a una vida de soledad o la compañía de tu alma por el resto de sus días.
Atte. Apolo
Recuerdo la primera carta que te escribí. Era un día soleado, en el cual el aire estaba invadido por el canto de gorriones y el ladrido de algún perro. Mi gato acechaba ronrones en las esquinas y el calor aplastaba mis brazos contra el escritorio. En mi mano la libreta sobre la que tantas veces había redactado. Un lápiz negro se deslizaba entre mis dedos, con el número 2 impreso en la madera y el borrador entre la ansiedad de mis muelas. Mis ojos bailaban sobre cada letra, cada signo. Desde la capital de cada oración hasta el desenlace en forma de punto. Mi corazón latía como perdido, confundido. Sin saber si era un error embriagarse de amor o si la mente era una irrazonable, que pensaba demasiado acerca de asuntos sobre los que no tenía el control. Un temor hacía temblar cada musculo de mi garganta. Tenía tanto que expresar que no había palabras que soportaran el peso de tantas emociones. No sabía ni que quería decirte. Contuve el aliento, pero este se amotino en mi contra y escapo como un doloroso suspiro. Forcé una lágrima desde la comisura de mis ojos, pero estas se negaban a salir y se volvió a escabullir a través de mis labios. Que tímidos eran mis sentimientos en aquel entonces. Un viento rebelde se deslizo entre las hojas de algún pino cercano y las hizo silbar. Uní mis dedos en una plegaria sobre mi cara. Sin saber si ya te amaba o me odiaba por sentirme de esta manera. Así de complicadas son las emociones en mi alma. Gotas de lluvia comenzaron a regarse sobre el suelo, a rodar por las paredes y a deslizarse sobre las ramas de los árboles. Mientras las gotas de mis ojos seguían en huelga, negándose a presentarse a trabajar. No sé cuánto dure en ese trance, ni cuál fue el impulso que consiguió hacerme salir. Solo sé que te escribí una sinfonía caótica y espiritual, que jamás llego a satisfacer todo lo que quería lograr.
La hoja se fue haciendo vieja. Se arrugo y se manchó, la tinta de las letras se corrió. Los sentimientos plasmados envejecieron y algunos murieron. Pasaron los días y los meses, meses en que mis emociones por ti solo crecieron, hasta que lo nuestro adquirió un cáncer terminal y fue muriendo lentamente, sin que ninguno pudiera rescatarlo. Y aquí me tienes otra vez. Sentado en el mismo lugar. En un día que quiere llorar y no puede, en que los gorriones ya han muerto y son sus hijos o sus nietos, los que invaden el aire con sus voces. En que el perro se ha quedado sin voz y a mi gato le han crecido canas, si es que sucede tal cosa. El lápiz negro se acorto tanto que tuve que cambiarlo y nuevamente el borrador se consumió por la ansiedad. Tuve que comprar una nueva libreta, pues la vida dio tantas vueltas que se agotaron las hojas. Las hojas de los pinos, sobre las que silbaba el viento, se secaron y cayeron y fueron reemplazadas. Y ese amor con el que tanto peleaba, que tanto me atemorizaba y por el que tanto quería llorar se quedó. Finalmente las lágrimas decidieron ponerse a trabajar y cayeron y vuelven a caer cuando la herida hace contacto con un recuerdo. Han aparecido nuevas heridas y nuevos rostros me han llevado a escribir. He plasmado más batallas emocionales en una hoja de papel. Y el amor que siento por ti no se ha desvanecido. Es un constante compañero de mi batalla contra la vida. Dejo de ser mi amigo hace ya mucho tiempo y finalmente hicimos las paces en algún momento. Pero jamás me abandono. Acá sigue, a mi lado, preguntándome si se de ti.
atte. Apolo
Pensamientos nocturnos y cosas por el estilo. Javier/Bipolar/SaberQueSexual pero sexual/Causipoeta
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