A veces necesitamos abandonar la vida que habíamos planeado, porque ya no somos la persona que hizo esos planes.
Hoy, mientras tomaba un descanso en un sillón de la fil, una niña de unos 7 años que estaba sentada a mi lado se quedó mirando fijamente mis guantes chistosos y me preguntó si me sentía calentita con ellos, a lo que respondí que sí. Luego me preguntó si me los había regalado mi novio, yo me reí, le pregunté cómo sabía ella que yo tenía novio, y sin dejarla responder, añadí: “pero no. Yo misma compré estos guantes”. Se quedó callada unos segundos, como pensando en algo y al final me dijo: “bueno, es que yo pienso que cuando amas a alguien no quieres que tenga frío, y haces cosas para que eso no pase. Como abrazarlo, o regalarle guantes y suéteres. Pero también pienso que si yo me quiero mucho a mí, me puedo comprar mis guantes, como tú los tuyos”.
No pude evitar llorar poquito, ni darle un abrazo, porque sin que ella lo supiera, me enseñó que es importante amar al otro y preocuparse porque esté bien, en la misma medida que es importante amarse a sí mismo y asegurarse de estar bien. Y sí, también que el amor es el color más cálido.