Lun., 27 de jun. de 2022
12:55 a. m.
Quizá, no quiero quererte aunque te quiera. Aunque te quiera sin que lo notes siquiera. Es que mi corazón es un excavador, un anticuario, un cliché narrativo que encuentra, pero no busca y en el trayecto sufre. Es el escondrijo del tiempo en tiempos de vulnerabilidad. ¿Y esa flor? ¿Y esa carta? ¿Es mi letra? ¿Por qué llora? Dice: ...
“Todo aquello que no soportamos en este mundo, un día lo encontramos en una persona, y lo amamos de golpe.”
— Djuna Barnes, Nightwood
Junio de 2017
La tristeza no es más que solo una verdad pactada con una guitarra que no sabe sonar mejor que maullido de Paloma. La tristeza no es ella. Es el anhelo de mi tristeza quien se confiesa. La tristeza es mi alma que no sabe, que no sabe nada; es como el amor, el amor que no entiendo, el amor que yo siento.
Viernes, 2 de octubre de 2020
10:00 p. m.
A mí lo que me pasa es que estoy pensando tan a menudo en ti que podría redefinir el pensamiento que me hace extrañarte sin redefinir mi corazón —lo silencioso que ha estado mi corazón desde que te conocí. Todo ha sido una gran mentira de la creación, de los poemas y del amor, tratando de reunirme contigo como idea que viene y se detiene contenta delante de dos almas desconocidas que intentan quererse (), las abraza y las lleva de la mano hasta el altar de su perdición, porque hablar de salvación en nuestra historia es como haber querido gritarle a la vida que no queríamos tenernos, porque tenernos no siempre tiene que implicar querernos. Y yo te he perdido tantas veces, amor mío… Te he perdido tantas veces como encuentros nos ha tratado de poner la vida. ¿Por qué habríamos de conocernos, si no? ¿por qué habría de enamorarme de ti, si no?, vanas preguntas. Tantas veces nos hemos rehuido que tengo ganas de que nos robemos las miradas en un para siempre atemporal y nos salvemos de esto de no querernos, de aceptarle el corazón a la vida como si nunca me lo fuera a quitar. Pequeña mía, una vez más, tengo ganas de creerle la mentira a la creación, a los poemas y al amor, tengo ganas de eso, de que vuelvas a ser mi perdición.
Lun., 21 de dic. de 2020
Hoy quiero cantar la esencia inmutable del amor, la ilusión claroscuro de las dunas teñidas y trazadas por el azul del mar, corazones descargando sus latidos bajo el regazo de la felicidad. Niña infinita, arcoíris triple del cielo, nunca dejes de brillar.
Cálido invierno
Yo creía ser devorado por el horizonte.
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Mudo como las cosas, como el dolor, como todo lo que no se elige.
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Todo esto es una fuga. Sé que los ojos saben cerrarse, pero eso no es suficiente.
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Recóndito y exangüe conocimiento que soporta la complacencia de mantener constante el flujo de pensamientos cualesquiera. De los gritos hacia el silencio, no hay nada que consuma hasta el hartazgo el quebranto de los intereses emocionales.
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Sombras que se alzan entre la misma muerte, volátiles, como materia que representa la capacidad inerte de amar y no ser amado. Quisiera aparecer y reaparecer por un instante que no sea tiempo; quisiera arder, arder sin flama.
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Vejez prospectiva lejos de la juventud, llena de preámbulos que llegan a ser los desertores de la confianza que templa mi ordinaria sombra. Quisiera la incapacidad que reafirma la conmiseración por esta naturaleza cárnica, condición de sombra lentitud e interioridad insondables. Pero la oscuridad aguarda intranquila, recorre la persecución que repiten mis manos, otorga la risa que baña las coartadas de la tarde. Tal vez, algún rayo de sol prefiera dudar; otro, confiar que mi alma fue destinada para algo más que el infierno.
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Las sombras antes que los cuerpos llegan, mas no dicen nada, no oyen nada. Melancolía que se ha arrastrado mal herida y no entiende la llama de los siglos; abismo marginado por endemia, que florece por abril y marchita por concesión de las lágrimas, que de soledad reviste a la inflamación de mi alma, la silueta de un sueño, y la oscuridad de un rostro.
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Temeroso de ofender, algo casi inviable. Ruta que no debería buscar, que debería perder y tal vez encontrar.
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Quien se ha perdido.
Quien ha perdido.
Ha perdido perdido.
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No hay tiempo para lo que ya es suficiente.
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Confuso por los labios. Un relieve bajo el suburbio de solo sombras; el inicio y el final de un cuento sin impresiones; un más allá de la muerte que no ha olvidado respirar (...)
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Las nubes sonríen por una lágrima pero no forman caminos como la ciudad que adormece a los vagabundos de esta tristeza colindante.
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Supongo muchas cosas.
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Ya no tiene 17. Fingir desconocimiento hace que el disparador pierda el movimiento del tiempo y se disipe como si nunca hubiese llamado máquina a su cuerpo. Aquellas horas donde establecía disonancia con la realidad terminaban...
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La luna y la llovizna suave colisionan -¡como si de mi pecho tratasen al enemigo! Un descarnado anonimato termina cruzándose la sien, lo he oído gritar, sensible, excesiva y dolorosa manera; mas la luna decorosa y predispuesta se halla. Porque la quiero, porque la mutilación dio al anonimato, porque de mi pecho trascienden las ficciones que conducen a las viejas paredes que despabilaron una noche. La noche colgaba su rostro sobre mi pecho, mis ojos colgaban de la llovizna de aquella noche. No había mediación, las conciliaciones habían terminado.
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Cuadro de la desesperación que no llama al desvanecimiento y desapropia su definición. Cuadro que emerge, nace y sale de mi vientre para probarme que no entiendo; que la misma palabra que sumerge a la noche dentro de ese paraje que hace andar su tristeza, no es tan solo el retrato de una total pérdida del ánimo, sino, un encuentro desenmudeciendo detrás del dolor.
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Los espejos son amores que vislumbran los ojos de su linaje. Yo odio los espejos.
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Mis sentidos están cercenados por agujeros que ahogan un propio fluido. He perdido lo que soy y lo triste que fui por caminos que saben señalarse con un gesto amargo de pasos tambaleantes, oscuros y sangrantes, sedientos de impunidad impalpable a los ojos de los tristes.
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La intervención que sujeta el estertor de la muerte: funesta mezcolanza e inasible como una idea; estulticia que ha desgreñado un indecente; juicio ensordecedor que solo tiene uso antes de un mediodía caído e inadecuado, antes de las acciones irreparables inherentes a la tristeza. Dice tanto que la persecución me atraviesa la boca y escucho los murmullos por palabras.
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La maleza de los sueños que no logro concebir como míos son secretados por la imperceptible naturaleza de la imaginación doliente y silenciosa. No creo haber descubierto espesura de una intervención más entrañable que la del amor; sin embargo, me observo alterado por todas las formas inacabables que se presentan del divagar, del pensamiento tan distante.
Lejos de aquello: esto
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No duermo y pienso que leo, que escucho, que siento; pero nada de eso es leer, escuchar ni sentir. Y eso es to’, ahí se quedan mis ideas.
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Las personas tienen una compleja y destellosa forma de pensar, aún no lo entiendo, no comprendo nada; pero aún así, los veo observándose. Los veo, llegan a las miradas de quienes parecen comprenderlos en su más íntimo sufrimiento.
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27 de Junio de 2017 Apolo es un Dios.
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Lloraría igual si me fuera a morir. Desaparecer. Desaparecer de todo pero no morir.
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No puedo volver a llegar, ser parte de esos que te escribieron. Cambiar toda esa colección de sentimientos faltos de alegría.
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Me dice que no sabe ser débil, que puede ser frágil por dentro y, por fuera, un muro donde la piedra de doce ángulos representa su corazón
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(…)Me detengo y observo precedidos todos los sueños que este último tenía planeados para mí, recelosos por la inconsciencia de no querer saber cómo funciona el mundo. Regreso y me veo en los largos años, me veo implicada en lo tormentoso de lo que alguna vez fue mi evidenciada tristeza.
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Mi tentativa por obviar el peso de las horas me expulsa al encuentro de un sueño donde se pueda susurrar hasta que el latido del corazón paralice mis temblorosas manos y altere mi cuerpo. Buscándola siempre en las voces de aquellos que aún no perdieron sus sueños.
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Es como si mis pensamientos estuvieran escondidos, mirándome a lo lejos...
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(…)Como no pensar en lo que no entiendo de mí. Porque lo que entiendo de mí está notando la huida de todos estos años.
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Ni siquiera me di cuenta de las mariposas que había en mi estómago
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Temo de mí , de las inseguridades y de todas las cosas que he pensado seguras. De cada noche oscura e ineluctable. Sentía al miedo permitiendo las insinuaciones de la noche. Y como si se hubiera camuflado entre los pensamientos que tenía antes de pensar en María, se espesaba entre mis labios y me ahogaba sin dejarme espacio para decir su nombre. Sin previsiones de lo que sucedería después, terminé aislado en el rincón más oscuro de mis pensamientos, escuchando a los recuerdos retorciendo la realidad, deambulando sin tener una clara imagen de la dirección, aceptando todo, incluso la muerte en el aire frío de aquella noche .
Esa fue una de las primeras noches de invierno, esas que se llevan a uno de los infinitos impulsos que materializan el alma. Echar a andar la imaginación era lo único que hubiera querido hacer si la necesidad de volver a decir su nombre no hubiera asaltado mis pensamientos
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Es raro lo que siento al despertar y al acostarme, hasta caminar…
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Dormí y supe que el amor existió nunca lejos de los sueños.
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Demos amor a la tristeza me suplican los sentimientos...
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Y entonces vuelves y olvido todo lo que tenía que decirte.
Y todo a mi alrededor contribuye para contradecir al silencio
Sobre la fría losa de una tumba un nombre retiene la mirada de los que pasan, de igual modo, cuando mires esta página, pueda el mío atraer tus ojos y tu pensamiento. Y cada vez, cada vez que acudas a leer este nombre, piensa en mí como se piensa en los muertos; e imagina que mi corazón está aquí, inhumado e intacto.
Lord Byron
Añoro un lugar que aún no presencio y que intento alcanzar con todas mis ansias. Pareciera como si no hubiera nada más simple ni más complicado que eso cuando me acerco a la existencia de lo que me hace sentir su voz. Es la añoranza de aquel lugar, que está lleno de paisajes que se pintan con tal sentido, el cual revive el olor de cada mañana; inventa un camino para que al fin logre alcanzarla; percibe el latir de los corazones; acerca de a poco respiraciones que nos pertenecen; y llegado un momento donde no puedo concebir el sueño, desde aquel lugar, es su voz quien me aguarda para no terminar descalza delante de ella, pues correría millas si fuera necesario, porque el sueño no me basta ni me espera.
Por eso la busco, busco su voz, quizá cuando resuelvo mirar a través de la ventana y veo cómo la inmensidad se apodera de todo rastro de luz furtiva, para que de aquella emane toda claridad que espero y ya no trato de imaginar pensando que tal vez podría llegar al lugar donde convergen sus sentimientos, donde todo me gobierna y donde nada me ata, ese lugar que aún no presencio pero que imagino cuando sus labios enfrentan la confusión de su memoria y solamente atino a decir “no es necesario que digas nada, que hasta donde alcances a ver seguirás bien, que esos recuerdos son deshechos, impertinentes que están celosos de la persona que eres ahora.”
Queda una luz que aguarda mis sentimientos, una luz que me impulsa, me aguarda y me olvida. Otra vez me lleno de lágrimas. No dejo de pensar que las manchas de la pared son simples huellas dejadas por la llovizna de la noche. Y, por el contrario, el sonido que resulta entre la confusión de saberla dormida o despierta es un claro presagio de que la volveré a ver y al fin podré reconocerla en los más tangibles sueños que alguna vez mi memoria habrá de recordar.
Ella es hermosa, en el sentido amplio de la palabra, por eso su voz me parece hermosa, por eso su relicario de pensamientos están diseñados para emocionar y apaciguar cualquier alma como la mía; pero de aquellas otras, yo no sabría más qué decir.
Qué ideal es aquel pensamiento que ha surgido desde la más profunda emoción de mis sentidos, qué hermoso saber que estos pensamientos me pertenecen sin darle mayor importancia a lo que dijeron otros, lo que pensaron otros y lo que sintieron otros. Porque lo que yo siento es el inicio de algo que respira, que camina, que piensa, que yerra, que no miente y no se involucra más en el olvido ya que sensaciones como estas jamás llegan a olvidarse y ahora lo entiendo. Quizá el vuelo repentino de un ave dentro de un sueño me convenció de no olvidar, por su vuelo detenido y suspendido, por su impaciencia y sus ganas de aprender algo nuevo cada vez que observa un nuevo horizonte, alguna forma de naturaleza, alguna forma de granizo o lluvia.
Ojalá mis palabras pudieran causar mayor emoción, pudieran traspasar la efímera distancia hasta encontrar sus latidos, y acercarme infinitas veces a sus emociones y sentimientos. Decirle que ya nada me aturde y todo en cuanto a ella se refiere hace emerger de mi pecho involuntarias pero intensas contracciones del corazón; que mis pensamientos desprenden y rozan sentimientos que resultan en desapercibidas lágrimas sobre mis mejillas.
Y mientras cada una sigue su irremediable curso, pienso en ellas, en la composición de todo lo que precedió al llanto, en todo lo que dejó de ser por el llanto. Y me pierdo...en el momento donde mis labios persiguen cuidadosamente los suyos intentando, entre cada palabra dicha, que su respiración me conceda por fin el inmenso deseo de rozar sus labios.
Juev., 21 de jul. de 2022
11:11 p. m.
Las fibras más profundas de mi ser tararean, ceden, sollozan y suspiran ante tu nombre. () Sonrío porque tu no estar en mi mente ya es inverosímil. Has movido los hilos de este mi deseo impetuoso por abrazar tu cariño. Adóptame en tus brazos. No tengo ningún pretexto más que estas manos frías y mi solo corazón enardeciendo por ti.