27/03/2019 - A quiet library session after the longest day yesterday, drinking herbal iced tea and listening to chill music on my study playlist
Realizado por Tezcatl S.
“¡Salud, Macheth, señor de Cáudor! ¡Salud, Macheth, tú serás rey! ¿De qué nace ese terror, amigo Macheth? , Por qué te asustan tan gratas nuevas? Decidme: ¿sois fantasmas ó seres reales? Habeis saludado á mi amigo con títulos de gloria y anuncio de grandezas futuras y pompas reales. Decidme algo á mi, si es que sabeis qué granos han de germinar ó morir en la serie de los tiempos. No temo de vosotras ni odio ni favor” (Acto I, Macbeth, Shakespeare W.)
El arte de sembrar y cosechar los frutos es, probablemente, uno de los más complicados de lograr, especialmente cuando su utilidad se deriva de las altas y complejas esferas mentales. Sin embargo en él recae una utilidad latente e innata que muchos han tratado de conquistar pero pocos han llegado a controlar a la perfección. Día a día nos topamos con ideas que fungen como semillas que, una vez plantadas en nuestra mente, son capaces de brindarnos la mayor dicha o sumergirnos en la peor ruina. Pero en nosotros recae la tarea de hacer que la semilla germine o muera por siempre. Es la voluntad humana el mejor alimento de dicha semilla, ¿impulsaremos el desarrollo de aquel embrión botánico o acaso se espera que el mismo perezca en el intento?
En la obra de Macbeth, en el Acto I, aparecen los personajes que marcarán la obra por siempre. Es la aparición de tres mujeres descritas como brujas lo que representa a los tres destinos de la Mitología clásica, a las moiras, encargadas de hilar y cortar el destino humano. El tejer, el repartir, y el concretar lo inevitable, son tareas características que decoran la virtud de su presencia. Son también, las virtudes de aquellos tres destinos, lo que caracteriza al sembrador. En sus manos se encuentra el destino humano, los hilos no son suyos, sin embargo se tiene la posibilidad de colaborar con el orden divino al tejer, al repartir y al condenar a lo inevitable. Los dioses, en este caso, son capaces de intervenir, pero es a menudo la solitaria presencia de los tres destinos lo que determina el cauce del río de la vida humana. Se podría pensar que estas mujeres fatídicamente controlan el destino del hombre en una insinuación de que no contamos con control alguno sobre nuestras acciones y elecciones. ¿Pero acaso nuestro actuar realmente no nos pertenece? Nos pertenece solo cuando nos convertimos en sembrador, en el portador de los tres destinos.
Es ahí donde la elegancia de los versos alquímicos entra en juego. El cuadro Sator - tan celebrado en los monasterios europeos, y cuya aparición más antigua data de Pompeya- en todos sus significados nos habla del trabajo necesario como para que la obra y la semilla sean concretadas exitosamente según la voluntad del sembrador.
“El sembrador Arepo guía con destreza las ruedas”
El sembrador realiza su trabajo con destreza, valiéndose de los ciclos para marcar la tierra. Es así como nosotros como sembradores, a través de nuestras acciones, logramos dejar una impronta en el reino mundano que llamamos Tierra. El sembrador, asimismo debe conocer las cualidades de dicha semilla, sus demandas y, por consiguiente, el tipo de fruto que han de engendrar. Nosotros debemos conocer las cualidades de una idea, las demandas necesarias de la misma como para poder cimentarla de manera eficiente en el corazón indicado, y por consiguiente, debemos saber las consecuencias que esa idea puede traer. Se trata de una de las virtudes herméticas más beneficiosas y más peligrosas según se dé su uso. Es respetable aquel que con su mente logra plantar la semilla del conocimiento en la mente de sus discípulos. Es despreciable aquel que planta la semilla de la duda en el corazón de una persona. Al igual que en la tragedia de Macbeth, las semillas, las ideas plantadas por un sembrador hábil en una mente débil, pueden llegar a causar mucho daño.
La obra de Macbeth juega mucho con la simbologia botánica, pero probablemente sea la plantación la temática más importante de la obra, pues es esa acción lo que precisamente cambia el curso de la obra. Talvez muchos de nosotros conozcamos nuestros destinos, pero ¿somos totalmente dueños de él? El destino no es lo que parece. Y todo es una posibilidad;nada una promesa.
“Lo justo es injusto y justo lo injusto, cirniéndose por entre la niebla y el aire sucio”
El destino es apenas una niebla sucia, humo, que inunda muestra visión. La ignorancia del mismo es lo que nos hace tan prestos a carecer control sobre él. Las profecías no son más que semillas, pero en nosotros recae el hecho de cobrar los frutos de lo que nos fue plantado. Solo nosotros deberíamos ser responsables de las guirnaldas que crecen en nuestro jardín. Solo nosotros deberíamos de ser los responsables de nuestro desarrollo en el Árbol de la Vida. La voluntad hará de nuestra semilla un ser latente. La recolección de los frutos hará de una profecía algo exitoso.
Aveces nos confiamos demasiado en nuestro patronato, en nuestros guías o nuestros maestros, como si de una cuestión de legado se tratase. Aveces su voluntad es lo suficientemente behememte como para concretar por sí mismos a la obra, sin ayuda nuestra, sin atención nuestra. Como ya fue dicho “Ayúdate que yo te ayudaré”. Por más experimentado que sea el sembrador, si nosotros no ponemos de nuestra parte al luchar por la germinación de una semilla nada podrá hacer de ese nacimiento una realidad. Es la indiferencia el peor veneno para toda semilla.
Talvez no lo intenté lo suficiente, talvez no fui lo suficientemente fuerte como para lograr que esa semilla germinara. Sin embargo he aprendido de mi indiferencia. Ahora sé sembrar, ahora sé cosechar.
Rosicrucian symbol for the deity. Rosicrucian symbology. 1916.
Internet Archive
“To be courageous is not to be fearless. You can feel fear and still be brave. Courage is the action of someone that didn´t let the fear stand in the way.”
— King of Swords (The Tarot Insight)
Ryoga
¿Sabes lo que es estar con una mujer completa? No me refiero a si cumple con el volumen estereotipado de sus nalgas o la fantasía de un par de senos que tapen su cara. Te hablo de la verdad que estremece como un recóndito hechizo en el núcleo de cada una de nuestras células, te hablo de unos labios que hablan con voz de esperanza en tiempos difíciles, te hablo de una mujer con brazos pequeños que te pueden hacer sentir un océano, te hablo de una mirada que te reta y no se cansa de verte como si fueses un atardecer en el Pacífico. Yo sé que puedes decirme que has estado con muchas, que eres un gran amante, que a todas las complaces, y sabes lo triste, que puedes complacer a todas y no querer a ninguna, que puedes llenar sus oídos de cuentos y fantasías, pero al día siguiente te sentirás igual de solo que cuando despiertas un domingo pensando en cómo en el fondo envidias a esas parejas que se levantan temprano para dar un paseo, pensando en que crees que por haber compartido la cama con muchas puedes entender lo que es estar de verdad con una mujer. Estás equivocado mi amigo, una mujer completa hace que no te den ganas de huir, una mujer completa no se parece a las modelos que sigues en portadas de revistas o redes, una mujer completa te hace sentir hombre, y no me refiero a un macho, si no a un hombre fuerte, con convicciones, con fortaleza, con decisión, una mujer completa te demuestra en silencio lo pendejo que eres y ella sabe que lo entenderás. Existir es una batalla que un tiempo se libra solo, después se necesita compañía, tanto por supervivencia como por espiritualidad. ¿Has estado con una mujer completa? Tal vez no, porque ellas no pierden su tiempo con los que están hechos pedazos, ellas ya pasaron por eso.
El libro tinto para charlar con el que no vino, Quetzal Noah.
Some postcards with Goebbels family
“La muerte me está guiñando un ojo.”
— Lirika inverza