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6 years ago

Enero de 2019

La disciplina se sucede al despertar de las interrogaciones, sin luces de pertenecer a un día que nombrado sea como el contemplamiento de las horas. Y como herencia de un accionar reflejo, sin póstumo remitente ni remirado personaje, vuelto y violentado por la calma de volver su felicidad un entresijo entre dos velas.

3 years ago

Marzo de 2022

Me respira en el corazón. Inhumana. Dejándome melancolía.

4 years ago

Dom., 27 de dic. de 2020

Aun sin entender cómo fluye el universo… El amor no me ha esperado nunca, el amor me ha acompañado.

7 years ago

Junio 2017

 ¿Por qué la quiero tanto?, ¿ de dónde parece llegar esta tristeza que si no se confunde con su presencia termina cediendo a la infinita palabra? Quiero rodear con urgencia este silencio del que es parte mi alma. Guardarlo y levantar una melodía que se incorpore a mis más profundos sentimientos. Porque es a su lado cuando al silencio le importa lo que al hombre para crear la extraña palabra; a su lado, he muerto intencionalmente para traerle la compañía de alguien que no sabía que había llegado. lo he deseado tanto que la tristeza se ha acomodado entre mi alma para no llorar.

3 years ago

Resaca emocional 

23 de mayo de 2022   

Y duele. Esa inusual emoción, que todavía no puedo identificar, desafiante, me habla y me susurra. De todo me dice, mientras me canta sus verdades en las vísceras() Es como una patada en el estómago, en el vientre, en las vísceras, en la memoria. Pero el corazón, cálido, ya está dormido y yo no lo he querido despertar.

5 years ago

Misiva sin compromiso ni dirección occidental

Hoy me está doliendo el mundo. Hoy las palabras y las acciones. Hoy ya salpica la sangre de inocentes por los diarios. Hoy no concibo el mundo como trato de verlo, sino como lo que es: un mundo lleno de pobres diablos. Se me clavan agujas invisibles en los ojos, pero no lloro. Nada me aplaca durante un minuto, el pecho silba, las palabras agonizan, la boca me sepulta, mi corazón explota. Al final todo lo que obtengo no es mucho más de lo que obtienen los que lo ignoran. Cómo puedo contar con los dedos si los brazos aún no me responden, cómo puedo caminar si mis ideas se arrastran mirando hacia el cielo y este solo me escupe misericordia. Cómo sonreírle a la luna a pesar de las nubes. Cómo defender a los que callan si a los cinco minutos ya he dejado de hablar. Y yo me respondo: ¡cómo no!

8 years ago

Cálido invierno

Yo creía ser devorado por el horizonte.

                                                            ◘

Mudo como las cosas, como el dolor, como todo lo que no se elige.

                                                            ◘

Todo esto es una fuga. Sé que los ojos saben cerrarse, pero eso no es suficiente.

                                                           ◘

Recóndito y exangüe conocimiento que soporta la complacencia de mantener constante el flujo de pensamientos cualesquiera. De los gritos hacia el silencio, no hay nada que consuma hasta el hartazgo el quebranto de los intereses emocionales.

                                                           ◘

Sombras que se alzan entre la misma muerte, volátiles, como materia que representa la capacidad inerte de amar y no ser amado. Quisiera aparecer y reaparecer por un instante que no sea tiempo; quisiera arder, arder sin flama.

                                                           ◘

Vejez prospectiva lejos de la juventud, llena de preámbulos que llegan a ser los desertores de la confianza que templa mi ordinaria sombra. Quisiera la incapacidad que reafirma la conmiseración por esta naturaleza cárnica, condición de sombra lentitud e interioridad insondables. Pero la oscuridad aguarda intranquila, recorre la persecución que repiten mis manos, otorga la risa que baña las coartadas de la tarde. Tal vez, algún rayo de sol prefiera dudar; otro, confiar que mi alma fue destinada para algo más que el infierno.

                                                           ◘

Las sombras antes que los cuerpos llegan, mas no dicen nada, no oyen nada. Melancolía que se ha arrastrado mal herida y no entiende la llama de los siglos; abismo marginado por endemia, que florece por abril y marchita por concesión  de las lágrimas, que de soledad reviste a la inflamación de mi alma, la silueta de un sueño, y la oscuridad de un rostro.

                                                           ◘

Temeroso de ofender, algo casi inviable. Ruta que no debería buscar, que debería perder y tal vez encontrar.

                                                           ◘

Quien se ha perdido.

Quien ha perdido.

Ha perdido perdido.

                                                           ◘

No hay tiempo para lo que ya es suficiente.

                                                           ◘

Confuso por los labios. Un relieve bajo el suburbio de solo sombras; el inicio y el final de un cuento sin impresiones; un más allá de la muerte que no ha olvidado respirar (...)

                                                           ◘

Las nubes sonríen por una lágrima pero no forman caminos como la ciudad que adormece a los vagabundos de esta tristeza colindante.

                                                           ◘

Supongo muchas cosas.

                                                           ◘

Ya no tiene 17. Fingir desconocimiento hace que el disparador pierda el movimiento del tiempo y se disipe como si nunca hubiese llamado máquina a su cuerpo. Aquellas horas donde establecía disonancia con la realidad terminaban...

                                                          ◘

La luna y la llovizna suave colisionan -¡como si de mi pecho tratasen al enemigo! Un descarnado anonimato termina cruzándose la sien, lo he oído gritar, sensible, excesiva y dolorosa manera; mas la luna decorosa y predispuesta se halla. Porque la quiero, porque la mutilación dio al anonimato, porque de mi pecho trascienden las ficciones que conducen a las viejas paredes que despabilaron una noche. La noche colgaba su rostro sobre mi pecho, mis ojos colgaban de la llovizna de aquella noche. No había mediación, las conciliaciones habían terminado.

                                                           ◘

Cuadro de la desesperación que no llama al desvanecimiento y desapropia su definición. Cuadro que emerge, nace y sale de mi vientre para probarme que no entiendo; que la misma palabra que sumerge a la noche dentro de ese paraje que hace andar su tristeza, no es tan solo el retrato de una total pérdida del ánimo, sino, un encuentro desenmudeciendo detrás del dolor.

                                                           ◘

Los espejos son amores que vislumbran los ojos de su linaje. Yo odio los espejos.

                                                           ◘

Mis sentidos están cercenados por agujeros que ahogan un propio fluido. He perdido lo que soy y lo triste que fui por caminos que saben señalarse con un gesto amargo de pasos tambaleantes, oscuros y sangrantes, sedientos de impunidad impalpable a los ojos de los tristes.   

                                                           ◘

La intervención que sujeta el estertor de la muerte: funesta mezcolanza e inasible como una idea; estulticia que ha desgreñado un indecente; juicio ensordecedor que solo tiene uso antes de un mediodía caído e inadecuado, antes de las acciones irreparables inherentes a la tristeza. Dice tanto que la persecución me atraviesa la boca y escucho los murmullos por palabras.

                                                           ◘

La maleza de los sueños que no logro concebir como míos son secretados por la imperceptible naturaleza de la imaginación doliente y silenciosa. No creo haber descubierto espesura de una intervención más entrañable que la del amor; sin embargo, me observo alterado por todas las formas inacabables que se presentan del divagar, del pensamiento tan distante.

Lejos de aquello: esto  

                                                       ◘

No duermo y pienso que leo, que escucho, que siento; pero nada de eso es leer, escuchar ni sentir. Y eso es to’, ahí se quedan mis ideas.

                                                           ◘

Las personas tienen una compleja y destellosa forma de pensar, aún no lo entiendo, no comprendo nada; pero aún así, los veo observándose. Los veo, llegan a las miradas de quienes parecen comprenderlos en su más íntimo sufrimiento.

                                                           ◘

27 de Junio de 2017  Apolo es un Dios.

                                                           ◘

Lloraría igual si me fuera a morir. Desaparecer. Desaparecer de todo pero no morir.

                                                           ◘

No puedo volver a llegar, ser parte de esos que te escribieron. Cambiar toda esa colección de sentimientos faltos de alegría.

                                                           ◘

Me dice que no sabe ser débil, que puede ser frágil por dentro y, por fuera, un muro donde la piedra de doce ángulos representa su corazón

                                                           ◘

(…)Me detengo y observo precedidos todos los sueños que este último tenía planeados para mí, recelosos por la inconsciencia de no querer saber cómo funciona el mundo. Regreso y me veo en los largos años, me veo implicada en lo tormentoso de lo que alguna vez fue mi evidenciada tristeza.

                                                           ◘

Mi tentativa por obviar el peso de las horas me expulsa al encuentro de un sueño donde se pueda susurrar hasta que el latido del corazón paralice mis temblorosas manos y altere mi cuerpo. Buscándola siempre en las voces de aquellos que aún no perdieron sus sueños.

                                                           ◘

Es como si mis pensamientos estuvieran escondidos, mirándome a lo lejos...

                                                           ◘

(…)Como no pensar en lo que no entiendo de mí. Porque lo que entiendo de mí está notando la huida de todos estos años.

                                                           ◘

Ni siquiera me di cuenta de las mariposas que había en mi estómago

                                                           ◘

Temo de mí , de las inseguridades y de todas las cosas que he pensado seguras. De cada noche oscura e ineluctable. Sentía al miedo permitiendo las insinuaciones de la noche. Y como si se hubiera camuflado entre los pensamientos que tenía antes de pensar en María, se espesaba entre mis labios y me ahogaba sin dejarme espacio para decir su nombre. Sin previsiones de lo que sucedería después, terminé aislado en el rincón más oscuro de mis pensamientos, escuchando a los recuerdos retorciendo la realidad, deambulando sin tener una clara imagen de la dirección, aceptando todo, incluso la muerte en el aire frío de aquella noche .

Esa fue una de las primeras noches de invierno, esas que se llevan a uno de los infinitos impulsos que materializan el alma. Echar a andar la imaginación era lo único que hubiera querido hacer si la necesidad de volver a decir su nombre no hubiera asaltado mis pensamientos

                                                           ◘

Es raro lo que siento al despertar y al acostarme, hasta caminar…

                                                           ◘

Dormí y supe que el amor existió nunca lejos de los sueños.

                                                           ◘

Demos amor a la tristeza me suplican los sentimientos...

                                                           ◘

Y entonces vuelves y olvido todo lo que tenía que decirte. 

Y todo a mi alrededor contribuye para contradecir al silencio

2 years ago

La vida es frágil, sin duda, pero el amor siempre resiste, nunca se rinde, nunca se va. Sólo hay que cambiar los empujones violentos por avances enérgicos, los pasos hacia atrás por impulsos adelante, los hundimientos por nuevos paisajes. Y eso, que es algo maravilloso, uno lo descubre cuando las grietas se abren.

Elvira Sastre, Aquella orilla nuestra.

2 years ago

Lun. 18 de jul. de 2022

12:20 a. m.

Ahí donde mis ojos veían revolución, te veían siempre a ti.

5 years ago

EPIFANÍAS

Ocurrió cuando menos lo esperaba...

A finales de una tarde de invierno. La nieve se derretía. Unos días antes de dejar de salir completamente del sótano. Caminaba cada vez más lento, miraba las casas, las calles vacías del domingo, enero...Me di cuenta, por primera vez con tanta claridad (la claridad del aire de enero), de que aquello que queda al final no son los momentos excepcionales, tampoco los acontecimientos, sino precisamente los momentos en que no pasa nada. Tiempo liberado de su pretensión de excepcionalidad. Recuerdos de tardes en las que nada ha ocurrido. Nada, salvo la vida en toda su plenitud. El olor sutil a humo de leña, las gotas, la sensación de soledad, el silencio, el crujir de la nieve bajo los pies, la vaga desazón cuando cae el crepúsculo, lenta e irreversiblemente.

Ya lo sé. No quiero revivir de nuevo ninguno de los llamados acontecimientos de mi propia vida, ni aquel primero de mi nacimiento, ni el postrero que me aguarda por delante; son ambos igual de incómodos. Igual que lo son todas las llegadas y despedidas. Tampoco quiero revivir de nuevo mi primer día de cole, ni mi torpísimo primer polvo, ni mi llegada a la mili, ni mi primer día de trabajo, ni mi petulante bodorrio, ni...Ninguno de esos recuerdos me aportaría alegría. Los cambio todos, junto con los montones de fotos que los acompañan, por aquella tarde en la que estoy sentado en los escalones calientes a la puerta de casa, me acabo de despertar de la siesta, oigo el zumbido de las moscas, he vuelto a soñar con aquella chica que nunca se da la vuelta. Mi abuelo arrastra la manguera al jardín y el pesado olor a flores tardías asciende hacia los cielos. Nada es definitivo, nada ha sucedido aún. Tengo todo el tiempo del mundo por delante.

Lo insignificante y lo pequeño, ahí es donde está agazapada la vida, ahí es donde anida. Son curiosas las cosas que quedan brillando al final, el último resplandor antes de la oscuridad. Ni las más importantes ni..., uno no puede anotarlas o contarlas siquiera. El cielo del recuerdo se abre para aquel minuto del crepúsculo de un día de invierno en una ciudad lejana: tengo dieciocho años y de milagro me he quedado solo por un par de minutos, atravieso el enorme patio de armas del cuartel. (...)

Y bien, aquel momento en el que me quedé solo en el enorme patio de armas bajo un cielo vacío, en medio del aire frío impregnado del primer olor a invierno, a humo de leña y carbón que se desliza a hurtadillas desde el pueblo cercano, crepúsculo y premonición, por primera vez solo, por primera vez en otra parte, un leve frío, nubes frías. Y precisamente ese encuentro entre la desesperanza y la premonición (el año de la mili acababa de empezar), mezcladas con un cielo infinito, ajeno y hermoso, hermoso de manera ajena, hizo que ese minuto pareciera eterno. Ya sabía yo que no sería capaz de contarlo.

Evidentemente, puedo enumerar más camellos dorados como ese en la caravana infinita de los minutos. Tres o cuatro, como mucho. Pero intentaré relatar tan solo uno más. Final del verano, estoy frente a mi casa, el ocaso es infinito en la llanura, tengo seis años, las vacas regresan por el camino, primero se oyen sus cencerros lentos, los gritos del pastor, los mugidos que anuncian a sus crías que por fin regresan, el llanto en respuesta de los terneros...Sí, es un llanto, lo sabía incluso entonces. Igual que el llanto que brota de mí al instante cuando mi madre regresa de la ciudad para verme el fin de semana. Jamás el alivio y la acusación han estado tan cerca uno del otro como en ese llanto. Tan cerca como el llanto de los terneros y el llanto de los niños cuando se los abandona durante el día o durante unas semanas. (...)

En ese minuto (el recuerdo sigue igual de nítido), en ese minuto tupido de sonidos, vacas y olores, todo desaparece de repente, una grieta resquebraja el horizonte en su punto más remoto, el tiempo se retira y allí, en el fondo del ocaso, aparece un cuarto blanco de techos altos como jamás he visto, con una araña de luces y un piano. Y frente al piano está sentada una chica de mi edad a la que veo solo de espaldas. Tiene el pelo claro, recogido en una coleta, se dispone a tocar, tiene los brazos ligeramente alzados, veo sus codos afilados...Y ya está.

Nunca he sido más feliz, nunca me he sentido más completo y tranquilo que en aquel minuto sentado sobre la losa caliente a finales de mi sexto verano. (...) Me prometí en aquel momento que encontraría a esa chica. La busqué en todas partes, en todos los años que atravesé. Ninguna resultó tener su rostro. Siento que con el tiempo empiezo a rendirme. Me acostumbro. Ser viejo consiste en acostumbrarse.

• Gueorgui Gospodínov, "Física de la tristeza"

Fulgencio Pimentel. Trad: María Vútova y Andrés Barba


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Sueños absurdos en borrador

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