“A veces nos topamos con personas que nos gustan. Sí, nos gustan mucho. Y no por el hecho de que nos gusten vamos a pensar en ellos como próximos amantes y nuevos novios. Simplemente nos gustan. Sí, nos gustan mucho. Y sí por ello vamos a pensar en ellos como aliados, o compinches, o colegas. ¿Por qué añadirle una etiqueta al futuro que desconocemos? Un socio, un amigo, un compañero… un algo. Puede que quizás en una semana como en dos meses… se convierta en otra cosa, tampoco voy a negarlo; pero puede también que se que se diluya, llevándose tras de sí, toda esa atracción primera, convertida en un mero número de teléfono y una copa de vino a medias. Simplemente nos gustan. Y sí, existen personas que me gustan, y mucho. No pienso en acostarme con ellas o prometerles un amor eterno. No, de momento. Tampoco confirmo ni desmiento que en un azar termine compartiendo unas sábanas y un grito mudo de placer contra una pared. No me aventuro a descifrar los porvenires. Me conformo con conocerles, evadirme, jugar y cortejarles. Vivirlos. Aprender de ellos. Conocer nuevas fórmulas, nuevos guiños y alguna que otra anécdota. Y me gustan. Me gustan mucho. Y me gustas. Me gustas mucho. Así que apresúrate, sígueme el juego y actúa como si me conocieras. No rompas esa magia. Sé mi nuevo confidente. Olvídate de las esperas.”
— Alejandra G Remón