*GIF not mine*
Summary: Someone left their panties in the control room after what must have been a night of fun and Hux is determined to find out who.
A/N: Small lil thing that I’ve had rolling around in the ol’ hat rack for a while. Hope you like it!
Word count: 643
“What the hell is this?” Hux’s voice when he was angry was all-too familiar, but today there was an added element of pure abhorrence.
Curious, you glanced up from your holopad to whatever the general had screeched about only to widen your eyes at the sight.
Panties.
More specifically, the black lace panties Kylo had torn off you after last night’s mischievous “rendezvous” in the control room.
Fuck. “Oh-” Hux turned his attention to you and maintained furious eye contact while one index finger continued to point at the pair of destroyed undergarments flung directly behind his main computer. “-Oh, my God, how disgusting!” you choked out, trying to avoid the burning of your cheeks. “Sir, I will take care of that right away for you.”
You rose from your chair and took two steps forward only to rethink your plan and grab two number two pencils, reaching for the panties and stabbing them ever so precariously. With pursed lips, you lifted them up at just the perfect height to make awkward eye contact with Hux over the torn waistband.
One lone eye twitched while the other was so wide you could almost see your panicking reflection in his cornea. “Burn them,” he hissed, “and never speak of this again.”
“Y-yes sir,” you nodded, “of course, sir.” As fast and discreetly as you could, you speedwalked over to the doors that led into the hallway.
“YN, wait!” Hux’s back was to you as you flinched and turned to face him.
“Yes, sir?”
Fuck fuck fuck.
“You hear any word of who might’ve done this, you bring it straight to me, understood?”
Hallelujah.
“Yes, sir.” Without another word, you dashed into the hallway, hightailing it as fast as you could run with your two arms precariously holding your own panties between a couple of pencils before you crashed into something solid.
“Oof,” you coughed, bouncing back and shaking away the disorientation of the collision, only to meet eyes with the very culprit.
“YN.” Kylo acknowledged your presence curtly as he had agreed to do for the past few months since your relationship had started. With his mask removed, you could almost see his eyes bug out of his brain when he noticed just what exactly you had been holding.
“Is that…?”
“Yep.” You nodded with nervous eyes.
“Yours?”
“Yep.”
“From yesterday?”
“Mmhmm.”
“Where did-”
“The control room.”
“Fuck.” Kylo ran a hand through his hair and breathed out a sigh, eyes still locked on the panties you were currently stabbing. “Who-”
“Hux.”
“Damn.” He nodded and gestured to you. “Does he know they’re-”
“No.”
“Thank God.”
“Yeah,” you scoffed and shook your head, trying to ignore the way even the sight of Kylo left you feeling. “Well, I better-”
“Yes, of course.” Once more, he nodded, gesturing to the panties. “You… do that.”
Awkward silence settled around the two of you as you watched the other over the outstretched pencils. Kylo’s eyes flickered with something more than you could decipher at such a moment while you squeezed your thighs together.
Finally, he made the first move to turn away and stepped aside to let you pass.
As you did so, a single hand snagged your hip to stop you in place before a pair of lips planted on the skin just above your collarbone.
“Same time tonight?” Kylo whispered, kissing the mark you had tried so hard to cover up.
“Yes,” you hummed, tilting your head to let his lips travel further up your already marked neck.
“Same place?”
“No!”
Young Padmé in her Regal robe 💕
' ao3 — '
Naeve sin duda estaba feliz cuando Kylo volvió de la misión a salvo, era pleno invierno e incluso con las mejores ropas sabía lo peligroso que era estar al descubierto por semanas. En la noche del reencuentro, durmieron calentitos y cómodos en su cama, disfrutando de la presencia del otro. En la madrugada, Naeve empezó a sentir calor en lo que se estaba apoyando, se despertó confundida y lo primero que vio fue el cuerpo de Kylo semidesnudo lleno de sudor. Aun estaba incociente, asi que saco los mechones de pelo negro que caian en la frente del soldado y apoyo su palma ahi, notando la alta temperatura que su cuerpo tenia.
Antes de salir de la habitación, tapó con las mantas el cuerpo de Kylo. Se dirigió hacia la sala de curación del castillo, agarrando algunas hierbas y paños, y pasando por la cocina donde los primeros cocineros estabas preperando el desayuno y muy amablemente les pidió si podrían calentarle agua y hacer sopa.
—Oh, ¿La señora Naeve cree que está por enfermarse?—preguntó preocupado el chef principal—Este invierno está siendo muy duro.
Naeve sacudió su mano y negó.
—No es para mi, gracias por la preocupación—agarro un set de té y la lleno con el agua hirviendo—Kylo tiene fiebre, así que por favor, cuando la sopa esté lista llevenla a la habitación.
Todos en la cocina se quedaron en silencio y solo hicieron una reverencia cuando Naeve salió con la bandeja y los paños tibios. En realidad, era la primera vez que escuchaban que el Señor estuviera enfermo. Cuando Naeve volvió a la habitación, Kylo estaba saliendo de la cama con las rodillas flaqueando.
—Kylo, ¿qué estas haciendo?—Naeve pregunto alarmada, apoyo la bandeja en la mesa mas proxima y a pasos rápidos invadió el espacio personal de Kylo, empujando suavemente el pecho del pelinegro para que volviera a sentarse—claro que él había cedido, porque si quisiera no se movería ni un centímetro, incluso en su condición.
—¿A dónde fuiste?—cuestiono Kylo levantando la mirada.
—A buscar paños y agua caliente.
—No vuelvas irte mientras duermo, porfavor—pidio Kylo apoyando su cabeza en el cuerpo de Naeve.
—Tienes fiebre, no quería levantarte—explico—Ahora, ya sabes que estoy bien, vamos, vuelve acostarte, debes descansar muy bien.
Kylo pareció reacio a esto aunque simplemente se dejó tapar por las mantas.
—No quiero descansar, quiero estar contigo.
—Estas conmigo, mi amor—rio Naeve apoyando el paño en la frente del soldado.
—Lo sé—murmuró Kylo cerrando los ojos—Quiero abrazarte y levantantarte, caminar por el jardín.
—Cuando te mejores y las temperaturas sean cálidas iremos al jardin, mientras tanto te ofrezco mi amor a corta distancia—ofreció Naeve entrelazando sus dedos con los de Kylo—Mas pronto te recuperes, mas pronto me tendrás besandote.
☽ ¡hola! soy tohie, soy escritora de novelas y fanfics
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Nadie se atrevía a entrar. Los pies inquietos de los sirvientes que no sabían como proceder.
La habitación de Kylo, era el único lugar que no se les permitía entrar, aunque tampoco tuvieron la necesidad de hacerlo, hasta ahora. Era hora del almuerzo, y el Señor no se había levantado. Algo poco creíble para cualquiera que supiera de los hábitos de sueño de Kylo.
No era secreto que el soldado dormía poco, y si lo hacía por los murmullos, sabían que no era de manera calma.
Y para terminar con la desgracia de los sirvientes, la señorita Naeve no se encontraba en ninguna parte. Levantar a Kylo ya era un reto, levantarlo con malas noticias... Tendrían que suplicar por piedad.
—Sr. Kylo...—el Secretario Real susurró a la puerta—Sr. Kylo...
Nadie respondió.
—Señor Kylo—el silencio permaneció y los sirvientes se miraron entre sí. Y con un suspiro abrieron la puerta—Permiso...
Asomaron sus cabezas por la puerta, y la imagen les enfrió la espalda. El señor Kylo, despierto y en sus brazos el cuerpo dormido de la señorita Naeve. Esa mirada, con la que los miró el Señor Kylo, morirían apenas se levantara la señorita.
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En el castillo, una preocupación general rodeaba a sus habitantes. La guerra contra el país del Sur ya había empezado hace más de dos meses, y la ausencia del Rey era un tema que Naeve intentaba manejar con una sonrisa en la cara.
Era de un buen conocimiento que el Rey era el mejor guerrero, y que por ello, sus soldados también eran de los mejores. Sin embargo, no importa que tan buenos sean; la guerra es la guerra y siempre hay caídos.
Naeve confiaba en las habilidades de Kylo, confiaba en que volvería, con algunas heridas pero volvería. Fue un día lluvioso cuando las noticias llegaron, de que habían ganado la guerra y de que preparen las unidades de sanación.
Solo fueron tres días a esto, de que un bullicio llegó con el atardecer y los soldados aparecieron. Naeve organizó la entrada, y los heridos mientras llegaban fueron llevados a sanación, la pelea había sido ruda, las heridas eran profundas pero sólo hubo tres guerreros perdidos en batalla.
Naeve no tuvo tiempo a preocuparse, no hasta que todos los heridos estuvieron acostados y medianamente estables. Eran tardes de la madrugada cuando Naeve finalmente pudo preguntar por su esposo. Aunque nadie supo darle una respuesta.
Con un pánico en el pecho, buscó por los jardines, por las unidades de heridos, el establo y las habitaciones de los soldados, que los pocos que no habían sido heridos la recibieron con sorpresa, aunque tampoco pudieron darle una exactitud de donde se encontraba Kylo.
Decidió calmarse, respirar e ir a cambiar su ropa manchada por la sangre. Casi nadie se encontraba en el castillo, sino estaban ayudando a los soldados, estaban preparando la comida para darles. Su cuerpo se sentía pesado, tenía ganas de llorar pero era la Reina, no podía permitirse deprimirse cuando su pueblo estaba luchando por mantenerse. Entró a la habitación deseando verse a sí misma dormida y darse cuenta que todo esto era un sueño, sabía que no lo era.
Y esto fue claro cuando dentro, sentado en la cama y gimiendo de dolor se encontraba Kylo, quién intentó pararse y ocultar su cuerpo tapado por la sangre. Heridas profundas en toda su espalda.
—Amor—Naeve corrió hacia su lugar, y sin siquiera prestar atención a otra cosa que no fuera Kylo. Intentó tocar su hombro sin embargo antes de que siquiera pudiera ver bien la herida, Kylo se paró tapándose con su camisa negra—¡¿Qué haces?! Estás lastimado, hay que limpiarlo…
—No hay problema, no duele—mintió alejándose del tacto de su esposa y en cambio ponerse a su frente besando su sien—No te acuestes aún, cambiaré las sábanas.
—Kylo—la joven se sorprendió de lo seca y dura que salió su voz, pero su esposo no se detuvo de buscar las frazadas.
—¿Si, mi amor?
—Acuéstate ahora mismo, o consideraré nuestro divorcio.
El hombro se congeló, y se sentó en la cama sin rechistar. Naeve se acercó a él sacándole la camisa con descontento. Reviso la herida, llegaba desde el hombro hasta la parte baja de la espalda, la piel estaba abierta y la sangre no dejaba de chorrear. ¿Cómo siquiera podía fingir que no le dolía cuando de solo verlo a ella le daba escalofríos?
—Iré a buscar vendas y alcohol, espera aquí.
—Amor, no es necesario…—intento decir Kylo con una sonrisa. Pero a Naeve le dolía el corazón.
—No digas una palabra más.
Tan pronto como la joven se fue, el pelinegro suspiró queriendo dormir por tres días, abrazado a su esposa. Esta situación… Era molesta. Cuando volvió, Naeve sacó el algodón y limpió la herida sin decirle una palabra. Kylo aguantó quejidos de dolor y cuando su herida empezó a ser cubierta por las vendas, notó los ojos dolidos de Naeve. Era tan estupido.
—Gracias.
—¿Tienes hambre?—Naeve se paró tirando los algodones sucios. Negó y llamó a la chica por su nombre.
—Lo siento.
Silencio. Y de repente los sollozos se hicieron presentes.
—Maldita sea, Kylo. Ni te imaginas lo preocupada que estaba—Naeve tapó su cara con sus manos—¿Porque no fuiste a una unidad de sanación? Nadie sabía dónde estabas, ni cómo.
—Lo siento, en serio, simplemente quería estar aquí… contigo—sonrió—y descansar.
Kylo agarró sus manos, y apoyo su cabeza ahí. Naeve se soltó haciendo que su esposo levantara la mirada, acarició su pelo y besó su nariz.
—Te extrañé muchísimo, Kylo.
—Yo también mi amor.
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Kylo alguna vez fue un marine, y aunque ya habían pasado tres años de su retiro, todavía no se había acostumbrado a la sociedad. Decidió que debía volver a la universidad, esperando encontrar amigos, sin embargo algo lamentable ocurrió. Todos le temían.
Kylo con pelo negro hasta los hombros, un torso enorme y una altura de 1.90, parecia tener el fisico perfecto para permanecer solo el resto de su vida. Y quizás esto hubiera pasado, si hubiera faltado a sus clases ese día tan lluvioso que parecía que iba a caerse el cielo. En el ejército, fue preparado para todo tipo de situaciones, así que unas gotas no iban a detenerlo. Claro que no tuvo en cuenta que su profesor iba a faltar junto al noventa porcierto de los estudiantes. Kylo se quedó sentado en una banca tomando café de lata, que miserable. Ni siquiera tenía un amigo como para reírse de su desgracia.
—En serio soy un tonto.
—No te preocupes, no eres el único—una voz contestó a su comentario. Kylo miró pero los primeros segundos no entendió que estaba viendo, hasta que unos ojos bajo esa bola de ropa se hizo presente—Un gusto, soy Naeve.
Una mano salió bajo las tres capas de ropa, una mano pequeña, con uñas cortas pero cuidadas, Kylo la agarró.
—Un gusto, Naeve.
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Naeve y Kylo, la pareja que el reino respetaba y adoraba. Quienes se amaban con profundidad, y guiaban a sus súbditos con respeto, no siempre fueron una pareja comunicativa, aunque esos tiempos quedaron atrás y la gente se había olvidado lo que era escuchar a los Reyes gritar.
—¡Al menos deberías cuidarte a ti misma!
—¿Y qué quieres que haga?—exclamó Naeve moviendo los brazos—¿Que abandone mis responsabilidades por unos rasguños? No seas ridículo, Kylo. Tu no dejas tu puesto incluso si te han acuchillado.
—¡Pero yo soy un soldado, Naeve!—Kylo pasó su mano por su pelo suspirando y apoyándose en la cama—Además, no es eso lo que me molesta.
—¿Entonces qué es? Porque no te entiendo y en serio estas frustrándome—Naeve puso sus brazos en su cintura con el ceño fruncido. El silencio de su esposo la hizo resoplar—Bien, me voy. No voy a aguantar tus actos de niño caprichoso.
Naeve camino hacia la salida de la habitación, acomodándose la ropa abrió la puerta chasqueando la lengua, con una presión en su pecho, odiaba cuando Kylo la hacía ser la víctima. Su cuerpo fue agarrado por detrás apenas cruzó un paso al corredor, y la puerta fue cerrada en un estruendo. La joven terriblemente enojada empezó a golpear al hombre, que ni siquiera emitió un sonido, era un soldado fuerte pero Naeve no quería admitirlo en ese momento.
—¡Suéltame, ya no quiero hablar contigo!—golpeó con su codo las costillas de Kylo, e intentó liberarse pero este hizo que ambos se tiraran a la cama en un movimiento ridículo para un soldado, rápidamente Kylo agarró las frazadas caras de la cama matrimonial y envolvió a Naeve en ellas.
—Entonces, hablaré yo—los brazos de su esposo no la dejaban ni moverse—Amor, no puedo sentirme tranquilo si sé que no confías en mí para decirme si te lastimas. Sé que no puedo protegerte siempre, y sé que tampoco me dejarías hacerlo. Sin embargo, no puedo evitar sentirme ansioso si tengo que descubrir que estas lastimada por una simple casualidad.
Kylo no solia ser tan detallista en expresar sus sentimientos, sin embargo, esos ojos oscuros que brillaban con súplica le aguaron el corazón.
—Maldita sea, Kylo—Naeve cerró los ojos—¿No podías decir eso antes de que me enojara tanto? Ahora me siento mal por ocultarlo.
—Lo siento—susurró su esposo abrazándola aun cubierta con las mantas.
—Sin embargo, te lo hubiera dicho si no actúaras como si fuera a darte un paro cardíaco cada vez que ves una gota de mi sangre.
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Naeve, quien era la imagen social de la pareja, era quien más ocupada se encontraba. Reuniones para almuerzos, meriendas y cenas con todo tipo de clases sociales, reuniones para organizar esas reuniones y un sin fin de horas contestando cartas—claro que podría pedirle a alguien más que responda por ella, sin embargo había algo en especial en escribirlas por sí misma que simplemente sin importar el cansancio que tuviera, tomaría la responsabilidad—.
Kylo, en cambio, pasaba las mañanas preparando estrategias políticas y económicas, y en las tardes practicaba con su espada. Claro que también tenía sus días llenos de asuntos por resolver, ni hablar de las semanas de expedición o guerra que lo dejaban agotado sin importar cuanto durmiera.
Por eso, un día libre en la vida de la pareja real era una coincidencia que les aceleraba el corazón.
Kylo como era costumbre se había despertado a los primeros rayos del Sol, estaba somnoliento y un calor rodeaba su pecho, el cuerpo de Naeve que plácidamente dormía con sus mechones desordenados y una expresión de calma. La amaba tanto que quería besarla, apretarla más y desearle buenos días; sin embargo Naeve era un ser que amaba dormir en las mañanas, y Kylo jamás se atrevería a interrumpirlo incluso si supiera que Naeve tiene responsabilidades a cumplir.
Hoy era su día libre, el día que Kylo tanto había ansiado desde su último día libre. Nadie tomaría el tiempo con Naeve, solo él. En este dia, seria Kylo y Naeve, tomando té, comiendo masitas y charlando sobre los lugares que podrían conocer en unas vacaciones más largas.
No había prisa por despertarla, el tiempo de ese dia, era solo de ellos.
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Kylo era, sin lugar a dudas, una persona con dificultades para expresarse. Ya sea física o verbalmente, el siempre vacilaba antes de mostrar su afecto. No tenía muy en claro si eran las consecuencias por la fría relación que tuvo con su madre o por sus enseñanzas como soldado, pero no cabia duda que su corazón se atibio con la llegada de Naeva.
Kylo quien se levantaba antes que el Sol saliera, quien extendia las expediciones para estar lejos de casa, y quien odiaba los dulces, ahora se encontraba en las tardes de la mañana comiendo masitas dulces junto alguno de los tantos tes que le gustaban a Naeva. El Sol de la mañana entibiaba la habitación, el aroma al dulce cerezo que crecía a las afueras del castillo lo hacía querer volver a dormirse. Lastimosamente, volverse a dormir atrasaría la expedición a la que Kylo debía asistir.
—Kylo, puedes irte sin preocuparte, sabes que sé cuidarme—Naeva quien siempre estaba tranquila y tenía confianza en sus propia habilidades, no tardaba en darse cuenta que parte de la responsabilidad de su pareja era irse y acompañar a sus tropas. Sin embargo Kylo, había resultado un problema en las últimas salidas, no podía quedarse tranquilo.
—Prométeme que no vas a salir si no estás acompañada—los mechones oscuros caían sobre la cara de su pareja sin llegar a cubrir su expresión de preocupación, el pecho de la joven se enterneció al darse cuenta y lo prometió dejando un beso de la mejilla de su esposo, quien simplemente perdio la mirada con sus orejas rojas.
Para Kylo, mostrar su preocupación, era su forma de amar.
Voice
Las sábanas tibias donde reposaba Natalie empezaron a enfriarse, sabía que Kylo había abandonado su lugar hace más de media hora, en el momento estaba muy cansada como para preguntar, sin embargo teniendo en cuenta la tardanza de su pareja le hubiera gustado saber hacia dónde se dirigia. Vagamente se despojó de las mantas, eran finales de otoño y Natalie quien amaba el invierno, estaba satisfecha con el clima de esos días.
Desayunar era su actividad favorita; hacer un te y comer bizcochitos apenas se levantara era todo un banquete. Su comida fue interrumpida por ella misma, el disturbio que provenía del pasillo llamó su atención, su vecinos eran silenciosos y tranquilos, más a esas horas de la mañana que nadie se atrevía a romper el sueño de otros.
Natalie con su pijama de ositos y el pelo castaño suelto, se tapó con una de sus camperas abriendo la puerta principal. A unas cuantas puertas del departamento, un grupo de policías, su pareja y algunos vecinos hablaban en conjunto mirando algo dentro del hogar de los Milian. Natalie se acercó a pasos lentos, tratando de descubrir lo que pasaba, sin embargo rápidamente Kylo noto su presencia y dejó su conversación con uno de los policías para pararse frente a ella.
—¿Qué pasó?—Natalie intento ver por los laterales del cuerpo de su pareja, quien la sostenía por la cintura. Unos paramédicos aparecieron en la escena, los vecinos y policías se movieron de la entrada.
—Amor, no mires—pidió Kylo tapando su vista con la mano, sin embargo rápidamente Natalie la sacó—Nat, no mires.
Eso no había sido un pedido, Kylo había usado su voz de mando en ella. Natalie cerró los ojos, siendo incapaz de negar la orden.
—Lo siento—susurró el alfa abrazándola—La señora Milian, la degollaron… No quería que lo vieras.
Aunque Kylo sabía que Natalie no podía desobedecer la orden, tapó con sus dedos los ojos de la omega. Una vez que se llevaron el cadáver y las voces disminuyeron, el alfa le dijo que ya podía mirar.
—¿Qué pasó con el señor Milian?—hace poco que los conocía, eran una pareja joven; Natalie ni siquiera podía imaginarse lo que sería que le pase algo así a su pareja.
—Hasta ahora, es el único sospechoso—Kylo seguramente noto la expresión de horror en la cara de la omega, por lo que propuso volver al departamento a desayunar.