Sueños absurdos en borrador
242 posts
Juev., 7 de nov.de 2024
00:43 a. m.
Se abrieron las puertas de mi pequeño infierno y ¿empecé? a amarte a través de todas las mujeres del mundo. Ya lo que no puedo escribir(te) lo lloro…
Mi amor, verbalizo mis lágrimas porque no entiendo lo que dicen, pero hoy parecen sonreír.
Otra noche en la que me rindo y cuelgo mi corazón en el perchero para que lo notes, pero no estás. Mañana será otro día. Todo continuará como siempre menos como n o s o t r a s. He aceptado esa realidad haciéndome cada vez más borrosa en esta; y tú… , que siempre encuentras el arcoíris y sonríes, estás bañada de una tenue dulzura mientras educas al mundo.
Tú no lo escuchas porque es absurdo, pero puede que mañana ya no sea otro día. ¿Cómo terminé acá otra vez? Qué haces asomándote sobre mi corazón e incendiando mi noche.
No entiendo las palabras de este mundo. Tres flechas impactaron en mi sangre y una sola envenenó mi corazón con ternura. No hay afán. Escucho tu voz. Llama mi sangre. Pero es porque estoy enferma. Tres: no puede ser coincidencia.
Mar., 5 de nov. de 2024
2:35 a. m.
Te quiero. Sí, Te quiero. Absurdamente. —Desfallecida ya—.
Ha decidido levantarse la muerte en rebelión ante el áspid de un olvido que no me deja morir. Y yo solo he sabido decir “te quiero” en un idioma que solo entienden aquellos que fueron enterrados en vida.
¿Alguna vez...?
Me construiste para luego protegerte de mí, y desconocer mi cariño. ¿Por qué viniste por mí y no me arrebataste, de los labios, tu olvido? Qué hago yo renegando de mi cariño está noche si lo que aprendí a mirar cada día fue...
(tus tres nombres)
Sufro de paranoia, porque me hicieron a imagen y semejanza de un dios que no existe.
Yo misma me negué tres veces.
¿Qué esperas de mí ahora?
¿Dónde coloco tus flores?
¿Dónde lloro tu nombre?
¿Dónde beso tu olvido?
“When I was young, I used to admire intelligent people; as I grow older, I admire kind people.”
— Abraham Joshua Heschel
5 de abr. de 2024
Por favor, escríbeme, dime hola o casa o marea o arena o foto o ausencia o hay alguien más y ya no pretendo seguir viéndote; abrázame las manos o cúbrelas de palabras para que no me falten como todo este tiempo me has faltado tú; entiérrame en ti o déjame ser la semilla que acarrea el viento, y asfáltame de una puta vez la pena, yo veré si quedo en paz o no(); no me dejes esperando en otoño lo que no seremos en primavera; ayúdame a ser valiente y muérdeme uno a uno los errores o huyamos de aquí a todos lados, es decir, a ninguna parte: a mi pecho que ya no será más el tuyo; depréndeme de tu boca y mi sed; cóseme a tu olvido; mátame, de ti. Porque si no lo haces hoy o mañana o pasado o el lunes... arrancaré mi propio corazón;
yo seguiré muriendo...,
pero ya no de ti,
sino de tu recuerdo.*
#DíaMundialdelaPoesía #DíaDeLaPoesía
SONETO DEL AMOR ATÓMICO | Luis Alberto de Cuenca
Has minado la selva de mi pecho.
Le has dado fuego a todos mis olvidos.
Has llenado de muertos y de heridos
el pacífico reino de mi lecho.
Te has subido a la lámpara del techo
para bombardearme los sentidos.
Has vertido explosión en mis oídos
con tu voz nuclear siempre al acecho.
No más fisión, amor, no más ojivas
ni más misiles en mi dormitorio.
Cesen con tu victoria los enojos.
Me rindo. Tú has ganado. Mientras vivas,
no alcanzarás un triunfo tan notorio:
me has volado la mente con tus ojos.
Tengo algo bueno. Sí, tengo una gran virtud: hago determinadas cosas increíblemente rápido. Cocino rápido, tardo un suspiro en comprar en el súpermercado; antes de que pestañees ya estoy duchado, perfumado y vestido. Recoger la mesa después de comer, poner un lavavajillas, ir de sitio a otro andando. Soy un puto rayo. Es mi súper poder.
«¿Verdadero amor? Eso es una fantasía imposible. En el mudo actual, las personas crean vínculos de acuerdo a sus gustos e interés personal: lo cual es una estupidez. El amor de verdad es una decisión personal y se fortalece a diario con el corazón... ¿Por qué la gente no lo entiende?»
Kaguya Sama
(...) Pero, Eloise, la palabra no me sale ni me sabe a nada si no me encuentro con ella. Y este silencio me sabe más a reticencia que a olvido. Mi corazón sonríe y tiernamente me esconde la cara. Corazón de mi corazón, ella es el único después que quiero en mi vida. Todas tienen algo parecido a ella, pero ella no se le parece a nadie.
Eloise, aún sigo batallando con las cosas sencillas, parte de mi vida se va en eso, moverme en ese sin fin de afanes y de azares que todavía no me sale equilibrar e integrar del todo. Gracias a ti ahora mis ojos ya no quieren desacostumbrarse a la celeridad de los días de enero. Cada vez que la felicidad me mira a los ojos, lloro
Benjamin Prado
(...) Ojalá que mirarte Y que te enteres Y que mi mundo se venga arriba coincidan con el gusto de algún dios enamorado que proclame de las ruinas victoriosas el altar para su templo.
(...) Tengo un poco de frío ahora. Escudriño mi brazo, logrando hacerme consciente de dos cosas: el cielo siempre me ha sonreído de dos maneras, y que, con un gato, nunca hay que ser irresponsable. No es que no lo supiera antes, es que tarde lo comprendo.
«Ella es así. Y verla hacer esas cosas sencillas que hace, para que el mundo entre en razón, me reconcilia un poco con la vida. Ojalá nadie tuviera que explicar el amor»
Miranda a Elvira
«No hay otra manera de alcanzar la eternidad que ahondando en el instante».
Sara Torres
Y si llueve ... y no me doy cuenta?
Mi amor es un triste olvido que sólo recuerdo cuando enfermo. Me duele la frente, los brazos, las piernas, los labios, los ojos, el iris, los tres lunares de su cuello, el pecho y su corazón... *Voy a vomitar el peso de tu ausencia e incendiarme, en tu nombre, bajo la llovizna de julio. Tropezaré con todas las salidas de emergencia hasta... (ya no) encontrarte.
Mi corazón no sabe cómo morir.
Quise largarme a vivir lejos de las palabras como si el amor anduviese por ahí.
Nadie jamás fue antídoto y veneno, hasta que conocí el peso de su ausencia.
Lun., 19 de jun. de 2023
Suavemente: de manera suave, con dulzura, sin levantar el tono de voz.
Ojalá estuvieses acá, Eloise. Y me hubieses acompañado a todos los lugares donde fui feliz.
Tomaste de la mano a la tristeza y te la llevaste suavemente() de mi lado.
Creo que, al final, lo he entendido. Si mañana pesara más tu recuerdo, estoy segura de que este no sería el primero en escapar por la gran ventana del olvido; sino, que, aunque se estuviera cayendo el mundo, y dijeses que sólo fue un deseo y que no puedes volver a quedarte, aunque la tristeza regresara a mí, ella vendría con una habitada expresión única de felicidad. No sé qué le haces a los corazones tristes, pero el mío volvió de tu lado con una auténtica sonrisa. Creo que, al final, lo he entendido: estar contigo es como estar con dios.
Quiero acompañarte a todas horas, ser un fantasma en tu corazón; respirar y beber de ti como un canto de esperanza, una unión inseparable y no una alternativa posible. Ya fui hija del silencio, del viento, del tiempo y de cosas amargas, lentas y voraces; pero que tú me expliques y que yo no te entienda es suficiente argumento para volver a ti, a este encuentro, donde imagino que no te vas y yo voy detrás de ti, porque ya no hay refugio en la soledad, porque el único tratamiento acaso para alguna (in)compatibilidad sigue siendo este amor violento que siento por ti.
Estoy en la proyección de una película. Y mientras los créditos aparecen, una señora conversa sobre su llegada a Lima en el año ochenta y siete; que toma pastillas para la presión; y que ha visto rayas o pastelillos en algún lugar hermoso del mundo. Una conversación típica de madres. Una reunión de recuerdos evocados, algunos borrosos y otros tan vívidos e irrevocables para el corazón. Voces por todos lados pero ninguna trascendental. Porque, aunque no encuentro la tuya, toma más fuerza que nunca dentro de mí. Vuelvo a ese recuerdo, a ese día, donde frecuentamos a los dioses y ellos nos devolvieron la sonrisa por primera vez. ¿Recuerdas? Yo lo recuerdo, casi como si lo hubiese vivido ayer y mi tristeza ya no quisiese dejar de sonreír(…)
Me has cogido las ganas y te has vestido de ausencia.
Anaomi Alayo
Nilton Santiago
Jue., 28 de set. de 2018
La chica del mar me llevó a su casa. Estaba feliz... Parecía amarla, parecía conocerla. Su nombre era Elena. Pero el panorama cambió. Elena ya no estaba. En cambio, yo buscaba algo. Algo que se perdía entre mis manos y las enormes filas de piedras que se extendían por el largo trecho del camino y nunca lograba encontrar. ¿Las necesitaba? Necesitaba salvar a Elena. El recuerdo me hacía buscar desesperadamente, necesitaba encontrar a Elena. ¿Por qué estaba con ese monstruo?¿ Quién era?¿Quién era yo? ¿Quién era Elena? No era una muchacha normal. Estaba enamorado de una muchacha que había dejado de ser normal a causa de un monstruo. Maldito monstruo. Aparecí en la calle, de noche, la misma noche de luna donde me fui con Elena. Esa noche, me sentía feliz. Esta noche, la calle está callada: ni el quejido del hombre, nada. Solo, y sin Elena.
Cesáreo Martínez.
Smiley (2022)
Observarla era como escuchar mi canción favorita en directo.
-Elvira Sastre ✨